Un artículo del profesor e investigador Javier Peña demuestra que los niños y adolescentes tienen peores niveles de condición física que los de generaciones anteriores
El tiempo que los y las menores pasan frente a las pantallas, la baja participación en actividades deportivas debido, en muchos casos, de bajos ingresos familiares o del alto coste de programas deportivos y de acondicionamiento físico son algunos de los motivos que llevan a la poca actividad física por parte de niños y adolescentes. El director del Centre d’Estudis en Esport i Activitat Física (CEEAF) y profesor de la Facultat d’Educació, Traducció i Ciències Humanes (FETCH) Javier Peña es coautor de un estudio en la revista Journal of Science in Sport and Exercise donde se alerta sobre esta situación y de una globalizada dinapènia pediátrica que es la pérdida de fuerza y potencia muscular que no es debido a enfermedades neurológicas o musculares . Normalmente es un problema que afecta a personas de la tercera edad, pero este estudio evidencia que este fenómeno también se constata cada vez más en personas jóvenes.
El artículo, liderado por Avery D. Faigenbaum del College de New Jerseyy que también firman Tamara Rial de Exercise and Women 's Health y Iván Chulvi-Medrano de la Universidad de Alicante, pone de manifiesto que la mayoría de menores, a nivel mundial, no cumplen los requerimientos de 60 minutos al día dedicados a practicar actividad física de cierta intensidad que marca la OMS. Uno de los datos más alarmantes del estudio es que los adolescentes, por ejemplo, saltan siete centímetros menos de media que los de 1985, y que la tasa de obesidad fue tres veces mayor en 2015 que en 1985. Estas situaciones, según los autores, se deben a un descenso globalizado de los niveles de fuerza y calidad muscular de los jóvenes y suponen unas mayores limitaciones funcionales relacionadas con la actividad física diaria.
El estudio, sin embargo, evidencia que la participación regular en programas de entrenamiento que contemplen el entrenamiento de fuerza, como pueden ser la participación regular en juegos, las actividad de acondicionamiento físico o actividades deportivas, dan oportunidades para que los jóvenes mejoren su salud global y su estado físico mientras adquieren las habilidades físicas y los comportamientos que permiten alcanzar un estilo de vida activo. En el artículo, los autores se posicionan a favor del entrenamiento de fuerza pediátrico como la forma más efectiva de contrarrestar la falta de actividad física actual de nuestros jóvenes. Además, recomiendan poner en conocimiento de escuelas, padres, médicos y personal sanitario las consecuencias de la dinapènia infantil así como las medidas para tratarla antes de que se convierta en un problema epidémico.