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El síndrome de resignación evidencia el impacto que tiene el trauma en el neurodesarrollo de la persona

Mesa de debate sobre el síndrome de la resignación

El síndrome de resignación evidencia el impacto que tiene el trauma en el neurodesarrollo de la persona

El síndrome de resignación, o síndrome de renuncia, es una enfermedad en la que el paciente abandona la ingesta de alimentos y la comunicación, y que desemboca en un letargo, cercano a la apariencia del coma, como respuesta al trauma del desarraigo que sufren las personas que emigran de su país de origen. La médica Elisabeth Hultcrantz realizó un estudio sobre este síndrome, observado ya en Suecia en los años noventa del s. XX y que afecta sobre todo a niños y jóvenes de entre 7 y 19 años provenientes del este de Europa, de Siria y, particularmente a la minoría religiosa yazidita. Para debatir sobre las causas de esta enfermedad, anoche tuvo lugar una mesa debate coorganizada por la Universidad de Vic – Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC), a través de la Facultad de Medicina, La Atlántida y el Teatro Lliure.

El debate, moderado por Toni Sellas, coordinador de Periodismo en la Facultad de Empresa y Comunicación de la UVic-UCC, se inició con una introducción del síndrome de resignación, a cargo de Àurea Autet, profesora de Conducta Humana de la Facultad de Medicina de la UVic-UCC. Según ella, en los casos descritos en Suecia, país con un alto nivel de bienestar, el desencadenante de esta enfermedad surge cuando se comunica a las personas inmigrantes que se les deniega el asilo y se encuentran con que deben devolver al país de origen. El principal causante de este síndrome parece ser el trauma en el cerebro humano y el impacto que provoca en la persona tener unas expectativas negativas. Según Autet, "durante mucho tiempo hemos minimizado el impacto del trauma en el neurodesarrollo y en la vida de la persona, pero es brutal y acaba produciendo seguro una afectación física". El síndrome de resignación, del que hay muy pocos casos descritos en el mundo, puede tener una duración variable, desde unos meses hasta dos años y para revertirlo se necesitan “ambientes tranquilos y mucha esperanza, y  uno de los requisitos imprescindibles es que los niños y niñas vuelvan a sentirse seguros”, dijo Autet.

Roles que no corresponden

Marina Geli, directora general de la Fundación de Estudios Superiores en Ciencias de la Salud, remarcó en su intervención que "el bienestar emocional no sólo va ligado a tener las necesidades básicas cubiertas" y resaltó el papel fundamental que desempeñan las expectativas . En este sentido, dijo que a los niños y jóvenes inmigrantes "les hacemos asumir unos roles que no les corresponden, les damos un exceso de responsabilidad" y puso como ejemplo que a menudo ellos son los elementos de inclusión de las familias recién llegadas en el aprendizaje que hacen de la nueva lengua. Desde la vertiente más médica, Geli comentó la importancia de proteger los circuitos neuronales y metabólicos de los jóvenes inmigrantes, mediante elementos de empoderamiento, como la educación, el trabajo, las relaciones con los amigos, etc., y de minimizarlos los el estrés.

Desde el punto de vista de la educación, el rector de la UVic-UCC, Josep Eladi Baños, defendió el papel que desempeña la universidad "para poder dar las mismas oportunidades de futuro a todos los jóvenes". Dijo que los jóvenes recién llegados a menudo sufren microrracismos y, especialmente en la adolescencia, tienen problemas de identidad porque no se acaban de sentir ni de aquí ni de allá. Baños también se refirió a la situación actual de los estudiantes universitarios que son refugiados ucranianos, rusos y bielorrusos, que viven con angustia la situación de guerra o el rechazo social, según el caso.

Los medios de comunicación también tienen gran responsabilidad a la hora de construir discursos sobre el fenómeno de la inmigración. En este sentido, el periodista Salvador Alsius dijo que el tratamiento de los grupos de población más desfavorecidos se enmarcaría en el principio de justicia de la ética periodística, pero que es necesario vigilar los estereotipos, que se introducen con el lenguaje o con las imágenes.

Vertientes de la atención sanitaria

Marta Serrarols, gerente del EAP Vic, y Anissa Lamzabi, mediadora de Salud del EAP Vic, expusieron cuál es el rol que juega la atención primaria con las personas migradas y cuál es la realidad con la que trabajan a diario. Serrarols comentó que después de la reunificación familiar hay niños y jóvenes que aquí pasan muchas horas solos, por distintas circunstancias familiares, que las mujeres también son un colectivo a tener en cuenta y que las segundas generaciones están generando más consultas de salud mental "por el choque cultural de no sentirse de ninguna parte en concreto". Lamzabi añadió que el choque cultural significa que las personas recién llegadas “deben dejar todo lo aprendido e integrarse en una nueva cultura; no podemos pedirles que en semanas o meses aprendan lo que no hacían”. Según ella, el choque cultural a menudo lleva a un estado de confrontación, de rabia, "porque tienes unas expectativas que no siempre se cumplen".

Desde la vertiente hospitalaria, Iluminada Corripio, jefe de servicio de Salud Mental del Consorcio Hospitalario de Vic, defendió que "aunque sabemos que el hospital no es un espacio amable, es clave la actitud de las unidades de salud mental" . Corripio subrayó la importancia de realizar intervención con las familias y llevar a cabo una atención integrada. Esta idea, la suscribió Toni Corominas, director de la Cátedra de Salud Mental de la UVic-UCC, que hizo énfasis en la necesidad de una atención integral —estar atentos a todas las dimensiones de las personas— e integrada —que todos los estamentos estén coordinados. Corominas matizó la diferencia entre el síndrome de resignación y el síndrome de Ulises, que se refiere a los siete duelos que pasa la persona que emigra.

Mercè Generó, gerente de Osonament, se refirió a la importancia que tiene que la comunidad de llegada sea receptiva y acogedora, y también corroboró que muchas de las personas que atienden a los servicios de salud mental corresponden a las segundas generaciones de inmigrantes. En este punto dio un toque de atención a que hoy los servicios de atención social y sanitaria "todavía están demasiado compartimentados". En la mesa, también participaron los estudiantes de la Facultad de Medicina Arnau Roviró, Nadia Bou-Ali y Lubna Sli, que dieron su visión como jóvenes y futuros profesionales de la medicina.

Esta mesa debate ha sido una actividad complementaria a la representación de la obra Síndrome de gel, una producción del Teatro Lliure que se podrá ver el día 20 de octubre a las 20 h, en la Sala Ramon Montanyà de L'Atlàntida. Bajo la dirección de Xicu Masó y con una dramaturgia de Mohamad Bitari y Claudia Cedó, la obra aborda la crisis migratoria de Europa y las consecuencias personales que se derivan.

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